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el hijo pródigo

Hoy es un día de alegría ante la proximidad de las fiestas pascuales. En la Cuaresma tomamos conciencia de que somos pecadores. Y, como el hijo pródigo, hemos emprendido el itinerario penitencial para volver a la casa del Padre. Un camino que es siempre una llamada a abrir nuestro corazón a los demás, perdonándolos y evitando cualquier actitud de superioridad o soberbia. Así entramos en los sentimientos de Dios, que hoy nos dice: «Era preciso alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado». Un camino en el que vamos renovando la gracia bautismal y, peregrinos en un camino oscuro, vamos recuperando el esplendor de la fe, aprendiendo a amar a Dios con todo el corazón.


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