La Cuaresma es un tiempo de ayuno y desprendimiento para los cristianos, previo a la celebración del Domingo de Pascua.
Consiste en cuarenta días en la que se practica el ayuno y algunas privaciones para lograr fortalecer el espíritu y dominar las pasiones humanas de nuestro interior.
La Cuaresma no aparece indicada de forma implícita en la Biblia. Sin embargo, ha sido una tradición que se desarrolló lentamente durante los primeros siglos de la historia de la Iglesia. Durante los primeros tres siglos de la iglesia, los cristianos a menudo se preparaban para celebrar la Pascua con un ayuno de preparación de uno, dos o más días. Estos primeros ayunos previos a la Pascua se usaron para marcar el tiempo entre la muerte de Jesús y su resurrección y para preparar el corazón para el domingo de Pascua.
Como cristianos, estamos llamados a nutrirnos de la Palabra de Dios y revisarnos en ella, observando los males que habitan en nuestro corazón.
El propósito del arrepentimiento, no es fijarnos en nuestras debilidades. Más bien, nuestro arrepentimiento nos ayuda a reconocer cuánto tiempo adicional y alimento nos ofrece Dios, especialmente cuando en nombre de la justicia o la imparcialidad, Dios podría decir que nuestro tiempo ha expirado.
Nuestro arrepentimiento comienza con reconocer el mal que hemos hecho y el bien que no hemos podido hacer. El arrepentimiento cristiano, sin embargo, nos lleva más allá de lo que hemos hecho.
El arrepentimiento cristiano nos ayuda a reconocer el profundo amor que Dios ofrece. Este amor nutre todo nuestro ser y nos anima.
Gracias al amor de Dios, podemos responder a nuestros amigos, a los miembros de nuestra familia y a nuestras dificultades de una manera nueva y radical en la que podemos dar frutos a su debido tiempo.

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